El Tiempo (Anzoátegui)
Febrero 7, 2007
Andrés Cañizález
http://www.eltiempo.com.ve/noticias/default.asp?id=100670
DESDE CARACAS.- Es notoria la recomposición de la pantalla televisiva nacional, lo cual no es un asunto menor en un país donde este medio tiene el más alto nivel de penetración y mayor incidencia en la formación de la opinión pública. La compra de CMT para que pase a ser la señal local de Telesur, junto a la decisión de no renovarle el permiso a Rctv, deben verse junto a otras decisiones que si bien vienen del Poder Judicial igualmente contribuyen a consolidar una pantalla roja, rojita.
En ninguno de los tres escenarios planteados para la futura señal del canal 2 habrá cabida para una voz independiente y mucho menos crítica. El jefe de Estado, que ahora a todo le coloca el apellido socialista, dice que la señal se socializará, lo cual está por verse, dada la falta de socialización que exhibe el canal Venezolana de Televisión. En cualquier caso se trata de una pérdida notable para la pluralidad informativa nacional, que ya se ha visto afectada por la notoria reorientación editorial de Venevisión y Televen, para no buscarse pleitos con el ejecutivo.
La combinación perfecta para que el gobierno no coloque en debate la concesión de una planta televisiva parece ser programar muchas novelas y programas de entretenimiento, desaparecer la opinión y bajarle el volumen a la información. De cumplirse el anuncio oficial, en relación con Rctv, a mediados de este 2007 en el país no habrá ningún canal de televisión abierta, y con cobertura nacional, que sea cuestionador o crítico de la gestión gubernamental. Globovisión se mantendrá como vitrina crítica, pero sabemos que su cobertura alcanza apenas a Caracas y otras contadas ciudades. Tal escenario resulta francamente negador no sólo de la diversidad política del país, la misma que se vio ratificada en las elecciones del pasado 3 de diciembre, sino que desde el punto de vista de la salud democrática representa un claro retroceso, pues se cierran espacios para que haya diversidad de puntos de vista.
La hegemonía mediática, en proceso de consolidarse, le quitará el poder al ciudadano de escoger a la hora de ver televisión, especialmente en lo que se refiere a información y opinión. Por un lado, está la falta de diversidad en la medida en que el gobierno copa a casi todos los medios televisivos, a lo que suma otro anuncio igualmente preocupante: el presidente Chávez ha manifestado su intención de tener cadenas nacionales cada día.
La hegemonía ha ido de la mano de la construcción de una arquitectura legal, que en realidad es un corsé bastante ajustado para la actuación mediática. El conjunto de leyes y decisiones del Tribunal Supremo de Justicia en la práctica no han producido que tengamos mejor calidad en la producción de los medios, pero sí mayor control del gobierno sobre éstos. Desde el legislativo se promulgaron la ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión y la reforma del Código Penal; en tanto del TSJ emanaron un conjunto controvertido de decisiones que en muchos casos contradicen los estándares señalados por el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, pues no buscan facilitar el acceso o la expresión, sino que tienen una vocación restrictiva.
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