Tiempo de Palabra
CARLOS BLANCO
La lenta muerte de la palabra
No es que tal vez sí o que no, o que a veces. Es que ya ocurre. El Gobierno
se dirige al cercenamiento de la libertad de expresión; no como lo hacían
las dictaduras clásicas, sino a través de un dispositivo jurídico destinado
al control total de los medios. Los insultos de Chávez al periodista
brasileño que le preguntó sobre el tema, revelan de cuerpo entero no sólo el
talante procaz y autoritario del Presidente, sino cuál es la bronca que éste
tiene contra los medios: no admite, ni por un segundo, que se le confronte
con una idea diferente a la que tiene. No es que debata con ardor; para
nada. Es que no puede admitir algo que cuestione sus puntos de vista, porque
inmediatamente saca la pistola. Los periodistas honrados, los disidentes, y
hasta los chavistas más o menos críticos, son víctimas de la intolerancia
presidencial; nadie puede interpelar a Chávez, quien sólo admite las
entrevistas complacientes o previamente aderezadas de falsos desacuerdos y
de preguntas ficticiamente difíciles, para consumo de la galería.
RCTV. La supresión del Canal 2 es un fuerte golpe para la sociedad
venezolana. Lo es para Marcel Granier, a quien Chávez parece odiar con
predilección; lo es para sus propietarios, sin duda; pero, sobre todo lo es
para la audiencia. Al margen de la calidad de la programación, el hecho
práctico es que el Gobierno se considera con el derecho de arrebatarles a
los venezolanos uno de los canales más populares.
Más que la arbitrariedad contra directivos y dueños de una estación, Chávez,
por obra de su real gana, les suprime a los ciudadanos una opción para su
solaz. Con la pretensión de perjudicar a unos pocos, en realidad el régimen
está alterando en forma totalitaria las oportunidades de distracción que los
televidentes tienen.
Cabe considerar lo que significa que una de las dos mayores opciones de
entretenimiento que hay en la televisión sea suprimida por la voluntad
despótica de Miraflores, en un país que por obra del costo de la vida y de
la delincuencia, está prácticamente en toque de queda después de las 7 de la
noche.
En el fondo, aparte del carácter inicuo de la medida, funciona como una
disposición contra la gente común y corriente que al final es la que ve o
deja de ver el canal. Los razonamientos según los cuales van a hacer una
mejor televisión que la que hace el Canal 2 constituyen una falacia, y no
sólo por la incapacidad creadora de los siervos bolivarianos. Estos
personajes se arrogan el derecho de mutilar una institución existente, mejor
o peor; de suprimirla como hecho histórico, cultural, político y ciudadano,
en nombre de la pretensión de que saben hacer buena televisión. Ni los
mejores podrían hacer algo valioso después de un acto totalitario como el
que se proponen; pero, no se necesita esperar para saber de qué televisión
hablan los jerarcas: allí está VTV como muestra de lo que conciben como
calidad, de los criterios que están dispuestos a aplicar, y del nivel
intelectual al cual son capaces de llevar su operación de dominio sobre la
sociedad.
No es lo mismo discutir la programación de la TV en un debate democrático y
plural que determine la actualización de las normas para una sociedad
moderna, que esta operación de Idi Amín Dadá contra sus enemigos.
Tal Cual. Lo de este diario es otro ángulo de la misma dinámica. Un aspecto
es el editorial de Laureano Márquez en el cual se refiere a la hija del
Presidente; la defensa ha estado centrada en el carácter humorístico del
escrito y se ha insistido mucho en que a los déspotas no les hace gracia lo
que a los demás hace reír, si se trata del Gobierno. La cuestión puede ser
más compleja. Chávez es quien transfiere a la escena pública a su hija, como
ha traído en diversas circunstancias a sus padres, a su abuelo y a su
esposa, como en aquella memorable -por nauseabunda- oportunidad en la que le
ofreció públicamente darle "lo suyo".
No es Chávez un personaje que está en un botiquín contándoles intimidades a
sus compañeros de tragos; es el presidente de Venezuela, quien habla por los
medios urbi et orbi, y fija en buena medida la agenda con temas que rebotan
en todos los medios, para que se hable de ellos, se observen y (a su pesar)
se critiquen. También cuando parlotea sobre su familia la convierte en
objeto de público debate; y si no quiere que se hable de ésta, ha de
ahorrarse cualquier referencia pública.
¿Estaban las esposas o las amantes de los presidentes anteriores fuera de
agenda? De ninguna manera; la vida personal que escogieron era su
responsabilidad, pero no podían impedir que fuera parte del debate si, como
ocurría, rompía reglas y convenciones sociales. ¿Por qué la familia de
Chávez, a la que cita sin cesar, va a estar fuera de la controversia, más
aun si varios de sus miembros están, de juris o de facto, en el poder? ¿Es
que el Presidente puede tomar decisiones que afectan la vida nacional basado
en las observaciones o gustos de su hija y no se puede discutir la fuente de
su inspiración? ¿Por qué hay niños que pueden ser colocados como recitadores
de la revolución y no se puede hablar de los monstruitos que parecen?
El otro aspecto es el de Tal Cual y el papel de su director. Petkoff
representa uno de los enfoques existentes dentro de la oposición y, sin
duda, no es de los más radicales. Sin embargo, el Gobierno arremete contra
su diario, que es un medio de modestas proporciones, a través de una medida
punitiva que intenta doblarle el espinazo. ¿Por qué lo hace?
La respuesta es simple. Tal Cual es de oposición; no es que abre sus páginas
a la oposición, como lo hace la prensa independiente, sino que se define
editorialmente así, de oposición, especialmente por la figuración política
de su director. Por esta razón, el Gobierno se propone quebrar, en el
sentido financiero y en el político, a ese diario. No importa que no tenga
el tiraje o el impacto de los grandes diarios; lo que le interesa es
callarlo, por la vía de la asfixia. Por cierto, para el Gobierno no existen
matices o diferencias dentro de la oposición, sino que a todos hay que
enmudecerlos por igual.
O Globo. "Te están pagando para que tú digas cosas, en función de la
oligarquía brasileña, que es el plan del imperio norteamericano; tristemente
tú podrías terminar siendo un cachorrito del imperio que andas por aquí
cobrando un dinero para decir y escribir en O Globo lo que tus dueños
quieren que tú digas", así le habló Chávez al periodista Pablo López Guelli,
cuando éste le preguntó sobre los casos de RCTV y de Tal Cual. En esas
expresiones, en forma condensada, está el más íntimo pensamiento de Chávez.
Cualquier incomodidad que afecte el coro de adulancia al cual se ha
acostumbrado, es culpa del imperio. Mera coartada del autócrata para
soslayar respuestas y evitar el debate con aquellos a quienes no puede
subordinar. En el fondo, puro miedo, del profundo...
lunes, 5 de marzo de 2007
"Cualquier incomodidad que afecte el coro de adulancia, es culpa del
Etiquetas:
Carlos Blanco,
libertad de expresión,
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