Día a día
Viernes 26 de Enero de 2007 | Tal Cual/3
TalCual
Día a día
En el canal 2 las cosas no siempre son lo que parecen.
Se pensó que los trabajadores permanecían en silencio, pero esa utopía se rompió. Tomaron papel, marcadores y comenzaron la protesta
Patricia Clarembaux
RCTV se despertó. Aquellos empleados que parecían silentes ante la idea de la no renovación de la concesión del canal, ayer se recetaron medicamentos contra la afonía.
Tomaron los papeles del escritorio e improvisaron pancartas en defensa de su derecho al trabajo, a la libertad y a la permanencia en el aire de la que ha sido su casa en cada jornada diaria. Salpicados los ojos de lágrimas, rezaron el Padre Nuestro seguido del Ave María; entonaron el Himno Nacional y adaptaron el eslogan del canal a las consignas que corearon a través de un alto parlante: “¡RCTV se siente y se ve!”. Desde las barandas, estaba el vicepresidente de Información y Programas Especiales, Eduardo Sapene, dirigiendo a la orquesta con sus dedos índices.
Pero no era la primera vez que se movilizaban los trabajadores. En la intimidad, el zaguán de la empresa ya había vivido esos momentos.
Recuerda Indira Rojas, quien tiene diez años trabajando en el área de Contabilidad, que en noviembre de 2006 las amenazas de cierre latieron con mayor fuerza.
Marcel Granier traspasó entonces la puerta de la presidencia, tomó asiento y se reunió con sus compañeros para plantearles los escenarios del futuro. Los argumentos fueron, para entonces, los mismos que mueven las páginas y espacios de los medios de comunicación en la actualidad: “El Gobierno venezolano ha venido incumpliendo reiterada, continua y de mala fe las obligaciones que le impone la Ley Orgánica de Telecomunicaciones.
Ella establece claramente la obligación que tiene el Gobierno de transformar los títulos respetando los derechos de los concesionarios y de acuerdo al decreto 1.577. Esta obligación ha debido cumplirla para el 12 de junio de 2002. Se ha tardado más de seis años y todavía no las han llevado a cabo”, dijo.
La escena se repitió el pasado lunes por la tarde, pero con invitados.
Vecinos de la parroquia Santa Teresa se congregaron en las puertas del canal de Quinta Crespo manifestando su apoyo. Los trabajadores dejaron entonces sus puestos y se unieron a la comunidad: “Es que cuando bajan al lobby, les dan unas ganas horribles de salirse a la calle”, cuenta Beatriz Pérez Ayala, vicepresidenta de comunicaciones estratégicas de RCTV.
Una comisión recibiría la carta escrita por los habitantes de Santa Teresa para el director del canal.
“Pero aquello era tan emotivo que tuvimos que decirle: ‘doctor Granier, baje para que vea’, y en efecto bajó”, recuerda Pérez Ayala. Para entonces, quienes laboran en el canal lanzaron consignas y se unieron a la protesta. Ayer, la rueda de prensa terminó con escenas similares.
Mientras el presidente de las Empresas 1BC anunciaba que habían iniciado las acciones legales en Venezuela, una masa de trabajadores motivados por las declaraciones se aglomeraba en el mismo zaguán. Separada del círculo de compañeros, estaba el ancla de El Observador, Ana Virginia Escobar. En un intento por contener el llanto expresó:
“Es la primera vez que la gente dice ¡ya! Hasta ahora lo veíamos como algo real, ejecutable, pero verlos a todos luchando me conmueve”. El grupo se rompió en un instante. Motorizados trancaban la calle. Nada estaba claro. La seguridad trató de contener a los empleados del canal:
“Hay manifestación afuera, no pueden salir”. Rompieron la cadena:
“Nosotros también tenemos una”, exclamaron. Una nueva amenaza pareció reinar.
Pero no había peligro alguno.
Los miembros de la Organización de Integración Motorizada Bolivariana exigían su vuelta a las autopistas.
Las autoridades municipales les habían prohibido la circulación por las principales vías de la ciudad en anuncios de la prensa.
En RCTV reclamaban libertad para informar y entretener al público.
Todos confluyeron, pacíficamente, sobre el rayado peatonal
lunes, 29 de enero de 2007
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