lunes, 29 de enero de 2007

RCTV: totalitarismo sin concesión

El Nacional - Sábado 27 de Enero de 2007 A/7

Opinión


· Óscar Lucien


Nada más pertinente que el Observatorio Antitotalitario Hannah Arendt, que
honra el nombre de una de las pensadoras que más ha contribuido a analizar
los totalitarismos del siglo XX, promueva una discusión sobre el anuncio del
teniente coronel Chávez de negar la renovación de la concesión a la empresa
RCTV. Recuerdo haber reseñado en su oportunidad la aparición en la escena
académica venezolana de tan importante foro, resaltando que en el acto
inaugural en la Universidad Central de Venezuela los académicos promotores
dejaban claro que no se trataba tan sólo de un foro de debate académico, ya
de por si un aporte invalorable, sino que el observatorio pretendía
convertirse en una instancia abierta, plural, flexible para evaluar entre
otros: "La politización del Poder Judicial y la `judicialización’ de la
política; la falsificación de la historia y construcción de una simbología
totalitaria; el manejo ideológico de la educación primaria y secundaria; la
política internacional bolivariana y la promoción de nacionalismos atávicos;
la discriminación política, incluyendo formas de apartheid; la
militarización del país; el cerco a la libertad de expresión; la perversión
de la voluntad popular a través de un manejo sesgado y tramposo del sistema
electoral". Asimismo, valorábamos la conciencia de este ineludible
compromiso cuando advertían en su documento de presentación: "Las
universidades alemanas faltaron, cuando todavía había tiempo, en oponerse
públicamente, con todo su poder, a la destrucción del conocimiento y del
estado democrático.

Fallaron en mantener el faro de la libertad y del derecho encendido durante
la noche de la tiranía".

Solidario, pues, con la iniciativa y pertinencia del foro convocado para
evaluar el caso RCTV comparto con el amable lector el esquema de mi
intervención. Debemos analizar, en primer lugar, el contexto y forma del
anuncio de la decisión del teniente coronel de no renovar la concesión al
canal de televisión. "No habrá nueva concesión para ese canal golpista que
se llamó Radio Caracas Televisión. Ya está redactada la medida, así que
vayan apagando sus equipos", chilló el Presidente en el acto de tradicional
salutación de Navidad a la Fuerza Armada, convertida en foro de una delicada
controversia política. No está de más recordar el pequeño detalle de que
este anuncio tiene como antecedente la ocasión en que el Presidente,
igualmente en un recinto militar mostrándonos su recién adquirido fusil
Kalashnicov y apuntando al pequeño bombillo rojo de una cámara, declaró que
había solicitado abrir un expediente a los canales de televisión. El otro
"acto oficial" es la publicación de un aviso del Minci en el cual se
argumenta (sic) la medida de no renovación fundados en una disparatada
citación de artículos de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones y al artículo
58 de la ley resorte.

Llama la atención, sin embargo, que dicha ley resorte sólo tiene 35
artículos. Y, sigamos con los detalles, hasta la fecha los representantes de
la empresa alegan no haber recibido ninguna notificación oficial de Conatel
sobre la medida. "Así, así, así es que se gobierna".

En segundo lugar, me gustaría llamar la atención sobre lo que ya puede
tenerse como un rasgo característico de la revolución bolivariana, por lo
demás común a todo régimen totalitario: la desnaturalización de reales y
sentidas expectativas ciudadanas para usurparlas y colocarlas al servicio de
un proyecto personalista y autocrático. ¿Quién puede negar que durante
muchos años sectores importantes de la sociedad venezolana han manifestado
un reclamo justo y legítimo por contar con una mejor calidad de los medios
radiotelevisivos y, en particular, de la televisión? Hoy, sin embargo esa
legítima aspiración se tergiversa y manipula para arbitrariamente cerrar un
canal que mantiene una línea editorial contraria al Gobierno que, además, da
cabida a los justos reclamos de miles de compatriotas partidarios del
presidente Chávez que son excluidos y discriminados en los medios oficiales.
Sobre todo un gobierno, ética y legalmente descalificado por su ominoso
abuso de los medios estatales para iniciar cualquier iniciativa de
mejoramiento de los servicios de radio y televisión.

Los ejemplos pueden llenar la página de este periódico pero como hemos dicho
en anteriores oportunidades durante estos ocho años de revolución
bolivariana el Estado ha sido incapaz de garantizar el ordenamiento del
espacio público para una verdadera democratización de las comunicaciones en
Venezuela y de ofrecer una oferta programática de calidad que marque pauta
para una sana competencia. Por el contrario, los venezolanos hemos sido
sometidos a una singular dictadura mediática de doble efecto: por un lado,
la confiscación de todos los medios radioeléctricos del Estado sometidos al
exclusivo beneficio del culto a la personalidad del teniente coronel; por
otro, un marcado cerco a la libertad de expresión.

Finalmente, en tercer lugar, el caso de RCTV tiene que ser abordado en el
contexto de la defensa de la libertad de expresión, del derecho a la
información, la defensa de la autonomía universitaria, de la lucha contra la
discriminación, en definitiva, por la defensa de la democracia. Hoy más que
nunca reivindico la máxima de Voltaire: "Estoy en desacuerdo con lo que
dices pero daría mi vida por defender el derecho a que puedes decirlo". No
hay espacio para la vacilación. En su acto de juramentación el Presidente
fue muy claro: "Socialismo o muerte". O sea, una sonora redundancia en
labios de quien quiere vendernos como modelo "el mar de la felicidad" del
otro comandante en Jefe que languidece en su lecho sin haber visto a su
pueblo comer bien, pensar libremente, disfrutar de la modernidad y vivir
unidos.

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